jueves, 14 de noviembre de 2013

Por fin he sido mi propio Dios.

Sentía como el pecho casi me explotaba, sudores fríos, latidos de corazón en la garganta, era casi parecido a como cuando te ahogan dulcemente hasta la muerte.

Sólo oía las voces de mi cabeza intentando tranquilizar esa situación descontrolada. Varias frases se repetían mientras me rodeaba una piscina de líquido rojo, la cual se llenaba poco a poco mientras yo intentaba recogerla para que volviera a su sitio, es inútil, hay cosas que cuando se van, no vuelven.


Ahora me arrepentía de la sucedido... ¿¿Tarde?? Si, ya era demasiado tarde. Intenté excusarme conmigo misma, era la primera que me tenía que perdonar.Ya tumbada sobre aquel reguero de sangre, me di cuenta que era el final, el que yo quería, el que necesitaba.


Ya no sentía casi los latidos, no había sudor... Sólo un sueño que me guiaba a lo eterno.


Sólo yo y aquella cuchilla que me ayudó a volar fuera del dolor. Sólo la oscuridad y el silencio como últimos compañeros de viaje.


Por fin he sido mi propio Dios.

Noelia AB

No hay comentarios:

Publicar un comentario