Sentía
como el pecho casi me explotaba, sudores fríos, latidos de corazón en
la garganta, era casi parecido a como cuando te ahogan dulcemente hasta
la muerte.
Sólo oía las voces de mi cabeza intentando tranquilizar
esa situación descontrolada. Varias frases se repetían mientras me
rodeaba una piscina de líquido rojo, la cual se llenaba poco a poco
mientras yo intentaba recogerla para que volviera a su sitio, es inútil, hay cosas que cuando se van, no vuelven.
Ahora me arrepentía de la sucedido... ¿¿Tarde?? Si, ya era demasiado
tarde. Intenté excusarme conmigo misma, era la primera que me tenía que
perdonar.Ya tumbada sobre aquel reguero de sangre, me di cuenta que era
el final, el que yo quería, el que necesitaba.
Ya no sentía casi los latidos, no había sudor... Sólo un sueño que me guiaba a lo eterno.
Sólo yo y aquella cuchilla que me ayudó a volar fuera del dolor. Sólo
la oscuridad y el silencio como últimos compañeros de viaje.
Por fin he sido mi propio Dios.
Noelia AB
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